Publicado el 05 de noviembre de 2022
Tras los recientes comicios del 2 de octubre en una de las democracias más grandes del mundo, Brasil, con alrededor de 156 millones de personas aptas para votar según su patrón electoral, nos brinda diversos elementos para reflexionar.
Uno de los más esenciales es la marcada polarización social, mucho mayor a la esperada, dado el índice de desaprobación que llegó a tener Bolsonaro durante la pandemia del Covid-19. Dicha polarización cada vez más visible en un contexto internacional que mantiene la misma tendencia en las recientes contiendas electorales de países catalogados como democracias, sin opciones factibles por una tercera vía.
Otro factor a resaltar, es sin duda, la incerteza de las encuestas al reflejar un resultado mucho más estrecho de lo esperado. Mientras que Lula obtuvo el 48.43% de los votos, el actual mandatario, Jair Bolsonaro logró superar las expectativas de las encuestas con el 43.20%. Para ganar las elecciones se necesitaba que alguno obtuviera una mayoría absoluta, es decir, más del 50%. La indecisión en las encuestas se constata con la proyección que tenía Bolsonaro con el 36% a tan solo unos días de la votación y muy por encima del 22% de intención de voto que tenía en abril de 2022.[1]
Cabe recordar que en los más recientes pronósticos se reflejaba una diferencia de alrededor del 15% a favor de Lula. Lo que nos lleva a deducir que una parte de los adeptos a Bolsonaro no reconocen su apoyo de manera abierta al escrutinio público, similar a los votantes ocultos del expresidente estadounidense Donald Trump. De concretarse la victoria de Lula en la primera vuelta, estaba latente la posibilidad de asemejar un escenario similar al vivido en la escena política estadounidense, cuyos resultados fueron marcados por los reclamos de fraude electoral. Lo anterior, debido al rechazo a la confiabilidad de las urnas electrónicas por el presidente brasileño, aludiendo a la alta probabilidad de fraude electoral en su contra.
Del total del patrón electoral, asistieron al encuentro democrático casi 123 millones de personas, lo que resulta en 32 millones (21%) de votantes que decidieron omitir su derecho a votar a pesar de su obligatoriedad, índice de abstención ligeramente superior al de las elecciones de 2018.[2] Considerando tal índice, nos brinda una mejor perspectiva del posible hartazgo y rechazo de la sociedad hacia una clase política en decadencia como resultado de años de escándalos de corrupción. Recordando, precisamente que el hecho de tener a un líder como Bolsonaro fue parte del repudio al establishment político brasileño, en donde centenares de políticos fueron acusados de la red más grande de corrupción, no sólo en el país, sino con efectos en toda América Latina.
A nivel geográfico-electoral se mantiene la misma tendencia, mientras que un norte y nordeste son fieles a la causa petisma, región ampliamente marcada por los grupos sociales más vulnerables a nivel económico; y el sur y sudeste, caracterizado por la clase agroempresarial rechaza la visión lulista, y se va a favor de los postulados del presidente Bolsonaro.
Por otro lado, vale la pena resaltar los resultados en el Poder Legislativo, en donde se observa una clara discrepancia con los votos a nivel presidencial, toda vez que el Partido de los Trabajadores (PT), liderado por Lula obtuvo un mayor número de votos, pero, no así en el número de asientos del poder legislativo que su partido y alianzas lograron obtener. Hasta el momento, la coalición del PT que suma más de 10 partidos políticos ostenta 144 asientos en la Cámara de Diputados, lo que representa el 28% y 16 escaños en el Senado, es decir el 20%. En cambio, la alianza del Partido Liberal (PL) de Bolsonaro lleva ventaja con 194 diputados (37.8%) y 25 del Senado (31%).[3]
En ese sentido, cualquiera que llegue a la presidencia difícilmente logrará tener mayoría legislativa, por lo que será necesario recurrir a la negociación legislativa para aprobar proyectos que así lo demanden. Escenario que hace a un sistema democrático, pero que en el caso particular de Brasil, dicha circunstancia en el pasado ha sido parte del origen que propicia la compra de apoyo político a cambio; por ejemplo, de ministerios de gobierno o de dependencias entre los aliados políticos.
Bajo esa misma línea, existen once partidos políticos que no se han alineado a ninguna alianza presidencial, representando un tercio de los diputados y casi la mitad del Congreso. Entre los que se encuentra el partido del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), del expresidente Michel Temer, ampliamente señalado por traicionar a la expresidenta, Dilma Rousseff, y de ser parte del impeachment contra ella, mismo que lo llevó a asumir la presidencia durante 2016-18. Dicho lo anterior, da contexto a la complejidad del sistema político brasileño en el que históricamente ha sido parte de pugnas por una inalcanzable reforma electoral, que reduzca el número de partidos con posibilidades de registro electoral. En suma, de los 32 partidos políticos que participan en las elecciones, ya hay 16 que estarán apoyando a Lula y 5 a Bolsonaro.
Otro factor a destacar son los dos más recientes apoyos hacia Lula para la segunda vuelta de las elecciones el próximo 30 de octubre. Primero, el de la candidata de centroderecha, Simone Tebet, postulada por el mencionado partido MDB, quien logró la tercera posición con casi 5 millones de votos, número que será decisivo para definir al ganador. Aunque su partido, como bien se mencionó, ha optado por mantener su postura neutral y dejando al libre albedrío de sus miembros su postura de apoyar ya sea a Bolsonaro o a Lula. El segundo que sumaría a la victoria de Lula es el candidato Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT), partido que ya ha confirmado la decisión de apoyar la candidatura de Lula. Ciro, quien además fue ministro durante los pasados mandatos de Lula, había mostrado reticencia al apoyarlo, mostrándose como una tercera vía que nunca despuntó.
Todo parece indicar que el mandato de Bolsonaro llegará a su fin en una de las etapas más oscuras de la nación. La conducción de la pandemia provocada por el Covid-19 es un factor que perjudicó severamente su gobierno al ser la segunda nación más afectada por el número de defunciones; circunstancia que lo llevo a tener una desaprobación del 46% de la población durante la etapa más crítica. Los efectos de la inflación, corrupción, desempleo y la unión de distintos colectivos sociales, se suman para complicar su reelección bajo la bandera de recuperar la democracia. Además, en la historia de las elecciones, cuando se ha decidido en la segunda vuelta, la tendencia marca que logra la victoria el que tuvo mayoría en la primera vuelta.
El resurgimiento del emblemático Lula en la escena política nacional e internacional, está a la expectativa en los siguientes días, posterior a la anulación de todas las sentencias en su contra tras ser declaradas como inconstitucionales por el Supremo Tribunal Federal a causa del actuar imparcial del entonces juez Sergio Moro, quien por cierto, ya tiene asegurado un asiento en el Senado por parte del estado de Paraná.
De concretarse tal premisa, en espera de los resultados electorales, estaríamos observando una nueva etapa de líderes progresistas en Latinoamérica como lo ocurrido recientemente en Argentina, Chile, Colombia, México y Perú. Sin dejar de lado, los votos ocultos que pueda llegar a tener Bolsonaro, ya que entre menor sea la diferencia de votos entre ambos, será mayor propagado el discurso de fraude electoral.
Autor: Miguel Gallo es Licenciado en Relaciones Internacionales por la Fes Aragón-UNAM. Fue estudiante de intercambio en la Universidad de Sao Paulo, Brasil (2017). Realizó el diplomado en Negocios internacionales y comercio exterior- UNAM. Su servicio social lo llevó a cabo en el Consulado General de México Sao Paulo, Brasil, y es ex colaborador de la Embajada de Brasil en México. Actualmente cursando el diplomado de América del Norte: desafíos y retos para las administraciones Biden y Trudeau 2022-2023 en el CISAN-UNAM.
Citas:
[1] Datafolha, “Lula lidera disputa presidencial, e Bolsonaro é o mais rejeitado”, https://g1.globo.com/politica/eleicoes/2022/pesquisa-eleitoral/noticia/2022/03/24/datafolha-lula-tem-43percent-no-primeiro-turno-contra-26percent-de-bolsonaro.ghtml, consultado el 17 de abril de 2022.
[2] Pancini, L. “Abstenção nas eleições: 32,7 milhões de eleitores não foram às urnas no primeiro turno”. https://exame.com/brasil/quantas-abstencao-eleicoes-primeiro-turno/ Consultado el 10 de octubre de 2022.
[3] Rodrigues, M. & Lima K. “Seja Lula ou Bolsonaro, próximo presidente terá que negociar com 1/3 da Câmara para ter maioria.” https://g1.globo.com/politica/eleicoes/2022/noticia/2022/10/07/bancadas-eleitas-no-congresso-hoje-nao-dao-maioria-a-lula-ou-bolsonaro-e-eleito-tera-de-negociar-entenda.ghtml Consultado el 9 de octubre de 2022.
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