África en la disputa geopolítica y estratégica_una reflexion

África en la disputa geopolítica y estratégica: una reflexión

África en extensión ocupa el tercer puesto, después de Asia y América, está conformado por 55 países; contando con la reciente incorporación de Sudán del sur. Mide en kilómetros cuadrados, unos 30,3 millones, esto significa que cubre alrededor de un 6% de la superficie del mundo (Ramdoo, 2019). Una de sus características es que se le ha denominado la cuna de la humanidad, porque es considerado el lugar de origen de los primeros seres humanos que habitaron la tierra (Nonell & Acuña Barrantes, 2016).

Actualmente en el continente africano, vive el 17% de la población mundial, distribuidos de manera desigual entre todos los Estados, la heterogeneidad cultural se evidencia con las 1500 lenguas y los más de 3000 grupos étnicos y tribus que se encuentran en el territorio   (Núñez Villaverde, 2010).

Por otra parte, lo más llamativo de África se encuentra en su suelo y en el subsuelo. En el subsuelo africano encontramos más de sesenta tipos diferentes de minerales, esto quiere decir que, allí se encuentra un tercio de todas las reservas minerales del mundo. Todos los recursos naturales estratégicos se encuentran repartidos en sus distintas regiones, por una parte, encontramos muchas de las energías fósiles como el gas en el norte de África, petróleo en el golfo de Guinea y carbón en el África austral, abundante hidrografía en el África central; yacimientos de uranio y luz solar en los países sahelianos; la región del África oriental se caracteriza por sus capacidades geotérmicas, como es el caso de los manantiales termales de azufre que hay en el Gran Valle del Rift; y África occidental es una fuente de petróleo, donde países como Angola, Chad, Gabón, Nigeria y República Democrática del Congo superan las fuentes tradicionales de Oriente Medio, lo que es un indicador significativo de que es una fuente de materia prima fundamental (Ramdoo, 2019).

Debido a la importancia que tienen estos recursos en la disputa geopolítica y estratégica en la actualidad, África en el escenario internacional es el vivo ejemplo de la maldición de los recursos naturales, donde la mayoría de países ricos en recursos naturales, son aquellos cuyos indicadores se mantienen entre las tasas más elevadas de pobreza, los niveles más bajos de cobertura en salud y educación; retrocesos sociales en materia de democracia y derechos humanos (García Luengos, 2019).

Se estima que, en el año 2025, África seguirá profundizando su condición de ser la región más vulnerable del planeta en términos económicos, demográficos, de inestabilidad política, pero continuará siendo un vital proveedor de recursos naturales. Cabe resaltar que, del total de conflictos armados en el mundo, la mitad se sitúan en este continente (Acción Contra el Hambre, 2022). Hay guerra en Chad, Etiopia, Somalia y Sudán; crisis severas en Burundi, Kenia, Mali, Mozambique, Nigeria, Níger, República Centroafricana, República Democrática del Congo y Sudán del Sur (Núñez Villaverde, 2010).

En este artículo se indagará sobre el papel que juegan los recursos naturales en muchos conflictos, tanto de forma directa como indirecta, ya que, se suele atribuir a las causas de conflictividad en el continente, las disputas étnicas o las que surgen del fracaso de los Estados, lo que no explica del todo el peso geoestratégico que tienen controlar todos los recursos que se hallan en el continente. Dado que, en un futuro no muy lejano, el papel que juegan las nuevas tecnologías y las energías renovables, impulsará la rivalidad entre las potencias para proyectar su influencia en África.

Así que, esta disputa geopolítica se llevó a cabo a través del control de puertos y rutas comerciales, junto con el control de la explotación de materias primas estratégicas como el petróleo, el gas natural, el oro, los diamantes y el uranio (Unay, 2020).

Colonialismo, Guerra Fría y Descolonización

En el continente africano, antes del colonialismo, predominaban los reinos tribales, dominados por monarquías locales, sin embargo, con la llegada de los europeos, la mayoría de estos reinos desaparecieron. Toda esta organización fue reemplazada por estructuras coloniales, gobernadas, principalmente, por ingleses, franceses y portugueses. Hacia 1800, su presencia en el continente se limitaba a la Colonia del Cabo (ingleses), al Magreb (franceses) y a las costas angoleñas y de Mozambique (portugueses), asimismo, España tuvo puertos en el Golfo de Guinea (Pérez, 2016).

Cabe resaltar que, entre 1870 y 1914, toda África estaba bajo control europeo, este avance se logró, principalmente, por la superioridad militar, además implantaron sus costumbres occidentales, lo que tuvo como resultado el exterminio de las culturas y tradiciones locales milenarias. Otra repercusión que tuvo el colonialismo en el continente, que hasta hoy sigue vigente, es que, tanto las materias primas como los recursos humanos, los aprovecharon las potencias europeas en beneficio exclusivo de su desarrollo industrial y del comercio en Europa (Pérez, 2016).

En el lapso de tiempo transcurrido entre la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial, emergen en el continente movimientos independentistas, debido a que las potencias europeas no pudieron seguir sosteniendo la carga económica de mantener grandes imperios, sumado a la introducción de nuevas ideologías predominantes durante el periodo de la guerra fría (comunismo y capitalismo).

Una de las principales afirmaciones sobre lo que aconteció en África durante el tiempo de la guerra fría, es que Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) no se enfrentaron directamente, pero sí apoyaron a cada uno de sus aliados. No obstante, con esta afirmación, se deja de lado el hecho de que China también estuvo involucrada en esa disputa geopolítica. Este último apunte, en el contexto actual de confrontación entre potencias en el continente, resulta crucial para analizar el peso geoestratégico que ha venido tomando desde este periodo.

Cabe resaltar que, en esa época, pocos países africanos eran aliados incondicionales de Estados Unidos. Uno de ellos fue Kenia, que hoy en día sigue siendo su principal aliado en el África subsahariana. Una de las características de la confrontación entre potencias fueron los cambios de alianzas. Por ejemplo, en la región del Cuerno de África, Etiopía y Somalia cambiaron de bando tras sufrir golpes de Estado. En 1974, tras un golpe comunista, Etiopía dejó de ser aliada de Estados Unidos. Por otro lado, el dictador somalí Siad Barre, apoyado inicialmente por la URSS, cambió de bando y, a cambio de una invasión respaldada por los estadounidenses, permitió la instalación de una base militar en Berbera, un puerto estratégico en el Golfo de Adén, desde donde se controla la entrada al mar Rojo y el estrecho de Bab al Mandeb (Soler, 2020).

Si bien, la URSS estableció lazos políticos con muchas de las recién independizadas naciones africanas, que se materializaron en acuerdos militares, económicos y educativos, el motivo de fondo, tenía más que ver con intereses geoestratégicos guiados por la lógica competitiva de la guerra fría, ya que dependía de varios puertos africanos para su desarrollo industrial (Rodríguez-Marín, 2019).

Por su parte, China se convirtió en una aliada de los movimientos de liberación africanos durante este periodo. Un ejemplo destacado de esto fue la Conferencia Asiático-Africana de 1955, celebrada en Bandung, Indonesia. Esta conferencia fue de suma importancia, ya que marcó el punto de partida del Movimiento de Países No Alineados (Africaye, 2021). Esta conferencia estableció el escenario diplomático que posteriormente desencadenó una larga historia de relaciones entre diversos países africanos y China. Estas reuniones diplomáticas, iniciadas en ese contexto, son aprovechadas significativamente por el gigante asiático en la actualidad.

Los países africanos, después del proceso de descolonización y con el fin de la guerra fría, tuvieron que cambiar algunas prácticas políticas y económicas que venían ejecutando, en primer lugar, se vieron arrastrados por las olas de la globalización, muestra de ello, muchos países africanos accedieron a los créditos del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional y de algunos bancos comerciales occidentales, lo que implicó la inserción de estos territorios a los mercados internacionales bajo las reformas de ajuste estructural que redefinieron el papel del Estado en la década de 1990.

En segundo lugar, el fin de la guerra fría no trajo la paz y la estabilidad que se pensó que acarrearía, por el contrario, surgió un nuevo escenario de lucha, como veremos en el acápite siguiente, que se disputa a través del control de puertos, vías fluviales, rutas comerciales,  inversiones en infraestructura, así las concesiones para explotar materias primas estratégicas como el petróleo, el gas natural, el oro, el diamante y el uranio (Unay, 2020).

Las riquezas de África y su rol en la disputa geopolítica del siglo XXI

A lo largo de la historia, a África se le ha dado el papel de suministro de materias primas, por tanto, las principales potencias mundiales compiten por controlar sus recursos, aspecto que ha tomado significativa relevancia con el auge de las nuevas tecnologías. África, posee  el 90% de las reservas de platinoides; un 80% del coltán; un 60% del cobalto; un 70% del tántalo; el 57% de las de oro, el 20% de las de hierro y cobre; el 23% de las de uranio y fosfatos; el 32% de las de manganeso, el 41% de las de vanadio   y un 46% de las reservas de diamantes y el 14% de las de petróleo. En su suelo está el 24% de las tierras cultivables del mundo, aunque sólo genera un 9% de la producción agrícola. Cabe destacar también que tiene el 40% de las reservas auríferas (García Luengos, 2019; Ramdoo, 2019).

Esto añade a la disputa un nivel de complejidad que no se observaba en el pasado. Actualmente, los actores en conflicto se han diversificado: por un lado, están las antiguas potencias coloniales europeas, que buscan mantener sus privilegios; por otro lado, están las potencias emergentes o medias, como Arabia Saudita, Brasil, China, Emiratos Árabes Unidos, India, Irán, Japón, y Turquía, sin olvidar a Estados Unidos y Rusia (Unay, 2020).

Otra característica del actual contexto geopolítico es que los actores en disputa son agentes polifacéticos, donde no todos comparten la misma visión del mundo. Encontramos empresas privadas y públicas, gobiernos, organizaciones no gubernamentales e instituciones financieras, todos con intereses propios, lo que les lleva a utilizar una diplomacia discreta para garantizar los contratos.

En ese sentido, todos los actores buscan beneficiarse de la explotación de las materias primas fundamentales para mantener su crecimiento económico, por tanto, empresas y fondos de inversión, han ido tomando posiciones en la obtención de concesiones mineras estratégicas que van desde oro hasta diamantes, uranio y paladio, en países como Zambia, Namibia, Sudáfrica y Níger (Ramdoo, 2019).

Rusia está apuntando hacia el terreno militar, desde los últimos 5 años viene firmando acuerdos de este tipo con diversos países africanos, por ejemplo, con los gobiernos  del Congo, Burundi o Nigeria, por mencionar algunos. Este último país canceló varios contratos militares con EE.UU. y le cedió a Rusia la potestad de entrenar a sus Fuerzas Armadas. Argelia se convirtió en uno de los principales compradores de armas rusas desde que en el año 2006 le condonarán la deuda histórica que había contraído con la URSS. Sin embargo,  Rusia  aún  está lejos  de igualar la presencia en  el  continente de sus  rivales geopolíticos, este tipo de acuerdos le han servido para gestionar sus intereses en las votaciones cruciales dentro de los organismos multilaterales como fue el caso de la imposición de sanciones en la ONU por la invasión de Ucrania. Un 45% de los Estados se abstuvieron o votaron no a condenar la invasión rusa y más de la mitad se negaron a retirar a Rusia del Consejo de Derechos Humanos (Rodríguez-Marín, 2019; Soler, 2022).

La estrategia de EE.UU. se entiende a partir de la búsqueda de su seguridad energética y el combate al terrorismo internacional. Para llevar a cabo estas tareas, Washington ha desplegado el AFRICOM, mando dedicado exclusivamente al continente africano y funciona como un marco de coordinación y dirección de operaciones militares, aunque, también ha buscado  presentarlo  como  el  espacio  donde se promueven  la democracia, la salud,  la educación y el crecimiento económico, lo que podría representar nuevas oportunidades de desarrollo para los socios africanos (Núñez Villaverde, 2010).

No obstante, este centro de mando le ha servido para frenar el avance geopolítico de China en países como Zambia, donde recientemente ha abierto una nueva oficina de cooperación en seguridad. Cabe resaltar que este país es uno de los 10 mayores productores de cobre, por tanto, los intereses en la explotación de este mineral se encuentran en disputa, esto se evidencia en el hecho de que BlackRock es uno de los mayores inversores en este sector, asimismo, China tiene este país como uno de los mayores receptores de inversión desde el 2018 cuyo crecimiento de inversión es del 33.9% (Kuzmarov, 2022).

Conclusiones

La compleja tela de araña de intereses políticos, económicos y estratégicos tejida sobre el continente africano se revela como un escenario fundamental en la actual disputa geopolítica y estratégica a nivel mundial. Desde la riqueza de sus recursos naturales hasta su ubicación geográfica, África se erige como un protagonista crucial en la escena internacional.

La historia de África está marcada por el colonialismo, la guerra fría y, más recientemente, por una lucha constante por el control de sus recursos y su influencia geopolítica. Los antiguos imperios coloniales europeos, junto con potencias emergentes como China, Rusia y Estados Unidos, compiten por asegurar su acceso a minerales estratégicos, petróleo y otros recursos vitales para sus economías.

Esta competencia ha llevado a una diversificación de los actores involucrados, desde empresas privadas hasta gobiernos y organizaciones internacionales, cada uno persiguiendo sus propios intereses en un continente que sigue siendo una fuente crucial de materias primas.

El papel de este continente en el siglo XXI no se limita solo a la extracción de recursos, sino que también se extiende a la política y la seguridad internacional. El despliegue del AFRICOM por parte de Estados Unidos, las alianzas militares de Rusia y las inversiones estratégicas de China son sólo algunos ejemplos de cómo los actores globales están buscando influir en la región.

Sin embargo, detrás de esta lucha por el poder y los recursos, persisten desafíos urgentes para el continente africano, como la pobreza, la inestabilidad política y los conflictos armados. Es imperativo que, en medio de esta disputa geopolítica, se trabaje en soluciones que promuevan el desarrollo sostenible, la paz y el bienestar de todos los países africanos y sus habitantes.

En última instancia, el futuro de África no solo está ligado a los intereses de las potencias globales, sino también a su capacidad para aprovechar sus propios recursos y promover un desarrollo que beneficie a toda su población. La disputa geopolítica actual puede ser una oportunidad para redefinir las relaciones internacionales y abordar los desafíos comunes que enfrenta el continente africano en el siglo XXI.

Referencias

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Gustavo Rojas García

Académico colombiano con una sólida formación en ciencias políticas y estudios gubernamentales. Es egresado de la Universidad del Valle, una de las instituciones de educación superior más prestigiosas de Colombia. Además, se especializó en Estado, Gobierno y Democracia a través del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), donde adquirió conocimientos avanzados en análisis geopolítico y dinámicas gubernamentales.

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