A lo largo de toda nuestra etapa escolar, nos han enseñado la narrativa como un género literario compuesto por una historia que tiene inicio, desarrollo, clímax y desenlace, y conformada por un narrador, personajes, ambiente y trama.
Todas las personas hemos crecido leyendo y escuchando novelas, cuentos, micro relatos, fábulas, mitos y leyendas. Una práctica que nos encanta, porque permite echar a andar nuestra imaginación, ser más creativos al momento de resolver problemas y ser más empáticos con las realidades y vivencias de otros personajes.
Conforme han pasado los años, la narrativa escrita se ha ido adaptando a los formatos digitales y hoy más que nunca, tenemos una amplia narrativa gráfica, desde kindle, con los libros digitales hasta las redes sociales como Tiktok, Youtube, Instagram o Facebook y con la participación de nuevos integrantes en estas dinámicas como lo son los influencers.
La narrativa está más fuerte que nunca, y un gran ejemplo, es el “storytelling”, una técnica de comunicación que utiliza la narración para vender un producto o un servicio, para impulsar el desarrollo personal y el liderazgo, e inclusive, para promover una ideología política, social o económica.
Hoy en día, la narrativa es quien dicta el presente y el futuro de todas las personas y de todas las naciones de este planeta.
Son emociones, son sentimientos, son pensamientos, son ideologías, son palabras, son acciones y son hábitos que se vuelven o que construyen una “realidad”.
Por lo tanto, la narrativa influye, moldea e impacta principalmente en dos niveles: nivel individual (persona) y nivel colectivo (sociedad y país).
La narrativa a nivel personal, son las historias que nosotros, las personas, nos creamos, creemos y contamos sobre nuestras vidas. Estas historias nos ayudan a construir nuestra propia identidad y nos dan sentido y propósito en la vida.
A lo largo de la historia, la tradición oral ha estado presente en todas las civilizaciones, nuestros abuelos, nuestros bisabuelos y en general, nuestros ancestros, no todos sabían leer y escribir, pero si sabían transmitir sus conocimientos y experiencias a través de narrativa oral.
Estas historias se difundían de boca a boca, generación tras generación, y gracias a esta práctica tan extendida, nuestras tradiciones y costumbres siguen intactas.
La tradicional narrativa oral es la verdadera razón por la que somos tan irresistiblemente atraídos por las historias, ya que nos conectan con nuestro origen, nuestra infancia y nuestros antepasados, evocando una sensación de pertenencia y continuidad a través del tiempo.
La narrativa, es el conjunto de nuestras aspiraciones, valores y logros, y es la forma en cómo interactuamos con nosotros mismos y con las otras personas… nuestra relación intrapersonal y nuestras relaciones interpersonales.
Pero también, la narrativa es el medio y es la forma en cómo podemos reinterpretar y superar nuestras experiencias traumáticas. Existen libros, audiolibros, podcast, entrevistas, conferencias o videos sobre autoayuda, crecimiento personal, motivación, metafísica y espiritualidad, psicología popular y sobre productividad, riqueza y éxito, que nos proporcionan herramientas y perspectivas para nuestro bienestar emocional, mental y espiritual, que a su vez, moldean nuestros pensamientos y manipulan nuestra realidad.
Bien lo dijo Aristóteles “el pensamiento condiciona la acción, la acción determina el comportamiento, el comportamiento repetido crea hábitos, el hábito estructura el carácter y el carácter marca el destino”.
Somos lo que creemos y nuestros pensamientos son nuestra realidad.
La narrativa y por ende, la actitud que tengamos sobre nosotros mismos y sobre las situaciones que nos acontecen, es lo que definirá el rumbo de nuestras vidas.
Pero también, la narrativa a nivel colectivo juega un papel muy importante en cómo nos percibimos a nosotros mismos y cómo percibimos a lo que nos rodea.
La narrativa a nivel colectivo, se refiere a las historias compartidas que moldean la percepción y la conducta de Estados – Naciones (países), de comunidades, de movimientos políticos y de grupos terroristas.
En el ámbito de la geopolítica, confluyen narrativas semejantes y opuestas, pero absolutamente todas contribuyen a crear eso que llamamos identidad nacional, un sentido de pertenencia y unidad sobre un territorio y un país al que nombramos como hogar.
Estas narrativas son usadas para definir las relaciones con otros países, para manipular la opinión pública, para movilizar a la sociedad en tiempos de guerra, para perpetrar el conflicto o facilitar la reconciliación, para legitimar el poder y para justificar las acciones de nuestros líderes políticos.
Actualmente, existen 7 narrativas geopolíticas que son usadas por todas las naciones del mundo para moldear los valores, las ideologías y el pensamiento colectivo de las personas sobre circunstancias y acontecimientos muy importantes:
Primera, la narrativa de seguridad y amenaza, donde los líderes políticos y los países crean amenazas internas o externas para justificar sus decisiones políticas, económicas, militares y de seguridad.[1]
Los mejores ejemplos, son la guerra contra el terrorismo de extrema derecha (Ku Klux Klan de EUA, Blood & Honour de Reino Unido y Nacional Socialist Undergound de Alemania), islamismo extremo (Estado Islámico, Al Qaeda y Boko Haram) y extrema izquierda (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Colombia), Ejército de Liberación Nacional (Colombia) y Sendero Luminoso (Perú); la guerra contra el narcotráfico (México y Estados Unidos) y la guerra contra la democracia (mayoría de los países latinoamericanos).
Segunda, la narrativa de identidad nacional, donde se invoca a la historia, cultura y a los valores compartidos entre las personas de un territorio[2]. Los ejemplos más representativos son el lema “Make America Great Again” de Donald Trump, el Brexit y la política rusa bajo el liderazgo de Vladimir Putin.
Tercera, la narrativa de la civilización vs. barbarie, esta narrativa define a una nación “superior” como defensora de la civilización frente a otra nación “inferior” que es percibida como bárbara o incivilizada; y ha sido usada a lo largo de la historia para expandir el colonialismo y apropiarse de los recursos naturales de un territorio ajeno[3].
Los ejemplos más importantes son: Las colonias inglesas, españolas, portuguesas, francesas y ahora, en el presente, con la crisis migratoria proveniente de África y Oriente Medio a Europa y de Centroamérica y Sudamérica a los Estados Unidos y Canadá.
Cuarta (Watson 2002), son historias ficticias y verdaderas que venden a la gente optimismo, fe y esperanza sobre propuestas de campaña, iniciativas de ley, programas, acciones y decisiones políticas que conducirán al desarrollo, la modernización y el progreso económico y social de las comunidades, municipios, estados y del país[4].
Los mejores ejemplos son: La creación, el fortalecimiento y la expansión de la nueva ruta de la seda “one belt, one road”, el Tratado de Libre comercio de América del Norte (1994), el nearshoring y la cuarta revolución industrial (Robótica, inteligencia artificial, vehículos autónomos, realidad aumentada, metaverso, etc.)
Quinta, la narrativa de resistencia y liberación, estas historias narran las heroicas batallas de pueblos que se alzaron contra la opresión política y militar de potencias extranjeras en busca de alcanzar su autonomía y libertad[5].
Los mejores ejemplos son: El conflicto israelí-palestino, la independencia de Haití, la política venezolana liderada por Maduro, el conflicto Taiwán – China y el feminismo.
Sexta, la narrativa de la víctima, donde un grupo de personas, partido político o un país se presentan como víctimas de injusticias o agresiones y así, justifican su postura y sus acciones a la defensiva[6].
Entre ellos encontramos: víctimas de guerras, víctimas de desastres naturales, víctimas de discriminación y prejuicio, víctimas de abuso y violencia, víctimas de injusticia socioeconómica y víctimas de terrorismo.
Ejemplos: La guerra entre Ucrania y Rusia, el genocidio armenio, los refugiados sirios y afganos, personas pertenecientes al colectivo LGBTQ+ y las personas afectadas por el huracán OTIS (Acapulco).
Y séptima, la narrativa de la cooperación internacional, donde se promueve el trabajo en equipo, el multilateralismo y la paz internacional[7].
Los ejemplos son: La creación de la ONU, la integración de la OEA, la ampliación de la Unión Europea y/o la formación de los BRICS.
Todas estas narrativas, impactan en la política exterior, definiendo a los países aliados y a los países enemigos en el escenario internacional, justificando las intervenciones militares y las sanciones económicas.
Pero también, impactan en la política interna de los países, fortaleciendo la cohesión social, movilizando el apoyo popular y el voto ciudadano hacia ciertas fuerzas políticas, que a su vez, legitiman a nuestros gobiernos locales y nacionales.
Por este motivo, es recomendable leer, ver y escuchar diferentes medios de comunicación, para aprender a analizar y a discernir las diferencias que existen entre noticias y propagandas, y entre las distintas narrativas de un acontecimiento o suceso histórico en particular.
Inclusive, dentro del mismo país, van a existir agencias de noticias que apoyen a ciertos partidos o líderes políticos, y otros que juegan contra el establishment; y si nos vamos a nivel internacional, una misma noticia, puede ser interpretada en múltiples países desde diversas narrativas geopolíticas.
En resumen, nuestra narrativa colectiva configura la percepción internacional de cómo observamos a otros países, a otros conflictos, a otras religiones y a otras culturas, pero a la vez, estas narrativas influyen en nuestra percepción sobre los intereses y las prioridades que tenemos como sociedad, predisponen nuestros propios problemas internos, nuestra política y el futuro de nuestra ciudad, estado y país.
Pero también, persuaden nuestras motivaciones, gustos e intereses propios, sugestionan nuestros pensamientos, hábitos, conductas y acciones y forjan nuestro entorno, nuestro presente y nuestro futuro.
Sin importar, si son narrativas colectivas o narrativas individuales, ambas confluyen de manera armónica para describir nuestra realidad.
Seamos conscientes del poder de la narrativa, porque la narrativa es nuestro pasado, es nuestro presente y será nuestro futuro.
La narrativa es lo que hacemos y es lo que somos.
Bibliografía
Agius, Christine, and Dean Keep. The politics of identity: Place, space and discourse. Manchester University Press, 2018.
Baylis, John, Steve Smith, and Patricia Owens. The Globalization of World Politics: An Introduction to International Relations. Oxford University Press, 2023.
Davis, Angela Y. Freedom Is a Constant Struggle: Ferguson, Palestine, and the Foundations of a Movement. Haymarket Books, 2016.
Druliolle, Vincent, and Roddy Brett. The Politics of Victimhood in Post-conflict Societies: Comparative and Analytical Perspectives. Palgrave Macmillan, 2018.
Grygiel, Jakub J. Return of the Barbarians: Confronting Non-State Actors from Ancient Rome to the Present. Cambridge University Press, 2018.
Watson, Peter. The Modern Mind. Harper Perennial, 2002.
Williams, Paul D., and Matt McDonald. Security Studies: An introduction. Routledge, 2023.
[1] Williams, Paul D., y Matt McDonald. Security Studies: An introduction. Routledge, 2023.
[2] Agius, Christine, and Dean Keep. The politics of identity: Place, space and discourse. Manchester University Press, 2018.
[3] Grygiel, Jakub J. Return of the Barbarians: Confronting Non-State Actors from Ancient Rome to the Present. Cambridge University Press, 2018.
[4] Agius, Christine, and Dean Keep. The politics of identity: Place, space and discourse. Manchester University Press, 2018.
[5] Davis, Angela Y. Freedom Is a Constant Struggle: Ferguson, Palestine, and the Foundations of a Movement. Haymarket Books, 2016.
[6] Druliolle, Vincent, and Roddy Brett. The Politics of Victimhood in Post-conflict Societies: Comparative and Analytical Perspectives. Palgrave Macmillan, 2018.
[7] Baylis, John, Steve Smith, and Patricia Owens. The Globalization of World Politics: An Introduction to International Relations. Oxford University Press, 2023.