![](https://espacioglobal.mx/wp-content/uploads/2024/12/WhatsApp-Image-2024-12-29-at-11.03.12-1024x1024.jpeg)
A 20 años de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP)
El 14 de diciembre de 2004, Fidel Castro, mandatario de Cuba, y Hugo Chávez, presidente de Venezuela, fundaron la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), un proyecto de integración regional concebido como una respuesta al intento de Estados Unidos de imponer el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). En un escenario donde predominaba el modelo neoliberal, el ALBA-TCP emergió con la propuesta de promover una integración basada en la solidaridad, la justicia social y la cooperación entre los países latinoamericanos y caribeños.
A diferencia de los procesos de integración tradicionales, como el MERCOSUR o la Alianza del Pacífico, que han seguido el enfoque del libre mercado, el ALBA-TCP ha destacado por su enfoque contrahegemónico, centrado en la cooperación política, económica y social, en lugar de la mera liberalización comercial. Lo relevante de su propuesta es que parte de premisas no solo post-neoliberales, sino también anti-capitalistas y socialistas, al menos sobre el papel (Tirado, 2019).
A lo largo de estos 20 años, el ALBA-TCP ha crecido y se ha consolidado como un bloque clave en la región, agrupando actualmente a Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Ecuador, San Vicente y Las Granadinas, Antigua y Barbuda, Granada y Santa Lucía. El potencial político del bloque radica en su papel contrahegemónico en el participan países del Caribe anglófono, una zona geopolítica que ha sido vista tradicionalmente como una zona de influencia de Estados Unidos (Tirado, 2019).
El objetivo fundamental de esta plataforma es fomentar estrechos vínculos de cooperación y solidaridad entre sus miembros, con medidas económicas concretas, como préstamos a bajo interés, subsidios y condiciones preferenciales en la factura petrolera, lo que ha permitido una mayor independencia económica en los países que forman parte de la Alianza (Altmann, 2011).
Un pilar central del ALBA-TCP ha sido la integración energética, especialmente a través de Petrocaribe, una iniciativa del gobierno venezolano para “poner a disposición del desarrollo de terceros países del Caribe el petróleo del país y garantizar la seguridad energética del subsistema caribeño. En este sentido, el Acuerdo de Cooperación Energética Petrocaribe, como “mecanismo de integración en el ámbito mundial que impulsa el desarrollo socioeconómico regional, mediante el suministro de energía y financiamiento en condiciones favorables” (ALBA-TCP, 2019), permite la distribución de petróleo a precios preferenciales a países del Caribe, ayudando a reducir su dependencia de los mercados internacionales y fortaleciendo la autonomía energética de la región.
Asimismo, el Banco del ALBA se ha erigido como una alternativa financiera que busca financiar proyectos de desarrollo y cooperación entre los países miembros. Además de estos mecanismos económicos, el ALBA-TCP ha impulsado diversas Misiones Sociales Internacionales, que han llevado programas de salud, educación y asistencia social a comunidades de América Latina, el Caribe y otras partes del mundo (Briceño, 2015).
Sin embargo, a pesar de estos avances, el ALBA-TCP no ha estado exento de dificultades. Su debilidad, de acuerdo con Tirado (2019), radica en la falta de institucionalidad, así como en la diversidad de alcance de los respectivos avances sociales y políticos de cada país, y en la ralentización de la integración que se ha producido en los últimos años a raíz de las crisis internas de los Estados miembro. La crisis política y económica de Venezuela, Cuba y Bolivia, por ejemplo, ha puesto a prueba la estabilidad del bloque.
A pesar de ello, el ALBA-TCP ha logrado mantenerse fiel a sus principios fundacionales, sosteniendo una identidad propia centrada en la autonomía frente a las imposiciones neoliberales y en la solidaridad entre los pueblos. A 20 años de su creación, el ALBA-TCP sigue siendo un actor clave en la reconfiguración de las relaciones internacionales de América Latina. Aunque su impacto ha sido desigual, las iniciativas de cooperación energética como Petrocaribe, los programas sociales internacionales y su defensa de un modelo post-neoliberal siguen siendo referentes para aquellos países que buscan alternativas a los modelos tradicionales de desarrollo económico y cooperación internacional.
La relevancia del ALBA-TCP desde su creación radica en que ha logrado construir una alternativa geopolítica regional que no solo promueve la integración comercial, sino también la política, social y cultural, con un énfasis en la cooperación entre naciones con realidades similares. A pesar de los tropiezos y las críticas que ha recibido, esta plataforma ha ofrecido un espacio de autonomía frente a las presiones externas, y sigue siendo un referente para aquellos que abogan por un modelo de integración más justo, equitativo y solidario. En este sentido, el ALBA-TCP sigue vigente y, a pesar de los desafíos, continúa siendo un actor clave en la redefinición de las relaciones internacionales en América Latina y el Caribe en el siglo XXI.
Referencias
ALBA-TCP. (9 de julio de 2019). Petrocaribe: 14 años de contribución al desarrollo de los pueblos de la región. https://www.albatcp.org/2019/07/09/petrocaribe-14-anos-de-contribucion-al-desarrollo-de-los-pueblos/
Altmann, J. (2011). EL ALBA: Entre propuesta de integración y mecanismo de cooperación. Pensamiento Propio, 16(33), 185-216.
Briceño, J. (2015). ¿Gobernanza regional o soft balancing de «¿Estados Revolucionarios?»: El discurso y la práctica del ALBA. Pensamiento Propio, 20(42), 167-194.
Tirado Sánchez, A. (2019). Venezuela. Más allá de mentiras y mitos. Ediciones Akal.
![Picture of Daniel Flores Flores](https://espacioglobal.mx/wp-content/uploads/2024/10/Perfil-figura-300x300.webp)
Daniel Flores Flores
Estudiante en la Maestría en Ciencias Sociales con orientación en Estudios Latinoamericanos y licenciado en Relaciones Internacionales, ambos por la Universidad de Guadalajara (UdeG). Con diplomas superiores en Geopolítica y en Estudios Latinoamericanos y Caribeños otorgados por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).