Pensar (nuevamente) la guerra

Por: Eduardo Tzili Apango

 

El bombardeo de Estados Unidos a los sitios nucleares en Irán es la manifestación más reciente de un estado de guerra generalizada en el mundo actual. La Tercera Guerra Mundial está en proceso. La narrativa académica sobre las tensiones geopolíticas contemporáneas ha pasado de reflexionar sobre la crisis al conflicto. Luego entonces, parafraseando a Raymond Aaron, ahora toca pensar (nuevamente) la guerra.

 

Afirmar que una Tercera Guerra Mundial está en curso podría parecer un exceso. En este sentido, es necesario virar a los fundamentos básicos del conocimiento sobre el tema. Esencialmente, una guerra mundial puede definirse como el conflicto generalizado en el que países con gran poder –las denominadas “potencias”– y de diferentes regiones del mundo participan, en lo cual se observan altos costos materiales y humanos como resultados, y en el que hay ciertos procesos interconectados o interdependientes.

 

Ahora bien, defínase “potencia” como un país con capacidades tales que pueden imponer su voluntad frente a otros países, ya sea por medio de la coerción o por medio de la persuasión. Gracias a trabajos como el de Morales y Rocha, la epistemología sobre el poder mundial se ha sofisticado, por lo que pensar simplemente en términos de “potencias” y “no potencias” ya no es vigente. De este modo, de acuerdo con la terminología de los autores citados, podemos ver más bien una plétora de potencias diferentes, esto en función de sus capacidades económico-militares, comunicativo-culturales, o socio-institucionales.

 

Así, se configura la “geoestructura” de poder en el sistema mundial contemporáneo, o la posición que cada país ocupa en una jerarquía internacional a partir de sus capacidades. En esta línea, se observa precisamente una preocupante tendencia hacia la escalada geoestructural del conflicto en los últimos quince años, que va de la guerra en (o entre) Estados periféricos y focalizada en las regiones, a las guerras proxy que cuentan con participación de potencias regionales y subregionales, a la guerra mundial con la presencia de potencias medias y mundiales.

 

Por ejemplo, en un primero momento de la guerra civil en Siria (2011-2024) –clasificada bajo el Índice de Poder Mundial como un “Estado periférico medio”–, los actores involucrados eran, por un lado, el gobierno de Bashar al-Assad y, por otro lado, diversos grupos opositores, con lo cual la situación escaló de las protestas sociales y la represión, a la resistencia armada y el estallido de la violencia. Posteriormente, algunas potencias empezaron a participar en el teatro sirio, con lo cual se pasó de una guerra focalizada a una guerra proxy. Como se demuestra magistralmente en el libro colectivo Siria en el torbellino, Arabia Saudí (potencia regional), China (potencia regional), Israel (potencia media), Irán (potencia subregional), Turquía (potencia regional) y Rusia (potencia regional), comenzaron a participar en Siria, apoyando a uno u otro bando, y procurando imponer agendas y satisfacer intereses. Estados Unidos, en calidad de potencia mundial, participó vía la operación de la CIA “Timber Sycamore” entre 2012 y 2017, afectando el equilibrio de poder al apoyar a uno de los bandos, y fomentando la progresión bélica.

 

En Yemen (Estado periférico menor) sucedió algo similar a partir de 2014. Al comienzo de la guerra civil, el conflicto yacía principalmente entre los hutíes y la gestión de Abdrabbuh Mansur Hadi –pugna que, de hecho, había comenzado mucho antes. A partir de la escalada y el estallido de la violencia, nuevamente, las potencias antes mencionadas comenzaron a involucrarse. A decir de la literatura especializada, tanto Siria como Yemen son manifestaciones de una nueva y regional “guerra fría” entre Arabia Saudí (potencia regional) y la República Islámica de Irán (potencia subregional) por el liderazgo en el Medio Oriente. Pero, también, representan dos ejemplos de guerras civiles o internas que asumieron un carácter proxy por la participación de países con fuertes capacidades. Otros casos en este sentido pueden ser: la participación de Egipto (potencia subregional) en la guerra civil del Sudán (Estado periférico menor), o la de China (potencia regional) en la guerra del Tigray en Etiopía (Estado periférico menor).

 

La guerra mundial se manifestó con la guerra entre Ucrania (potencia subregional) y Rusia (potencia regional), toda vez que no solo implicó el choque entre dos países con grandes capacidades, sino que hizo evidente el choque entre dos cosmovisiones sumamente diferentes, mismas que se podrían denominar: la del “orden mundial liberal” versus el “orden mundial multipolar”. Como explico en el artículo “Geopolítica contemporánea en la Gran Eurasia”, el primero se refiere a una dinámica global fundamentada en el “estilo americano”, o el apego a la libertad política vía la democracia representativa y electoral, a la libertad económica con base en el modo de producción capitalista, y a la libertad social de base individualista, fundamentada en la libre expresión y el rechazo a los autoritarismos. El orden mundial multipolar se refiere más al “principio universalista”, o el apego a una dinámica global que admita la existencia de múltiples polos de poder y civilizaciones, sin discriminación de las diferencias políticas, económicas o sociales entre los países. Mientras el primero apuesta por homologar al sistema internacional con base en valores únicos, el segundo apuesta por la configuración de un sistema que permita la coexistencia de valores diferentes.

 

Así, además de ser consecuencia de errores en los cálculos estratégicos, la guerra ruso-ucraniana implicó la pugna entre dos órdenes mundiales impulsados por dos potencias distintas, y en este mismo tenor se localiza el conflicto entre Israel e Irán, y otros focos de tensión, como –por ejemplo– el estrecho de Taiwán, o incluso la amenaza de Washington de intervenir militarmente en México. En este último caso, es importante insistir en que, si se pudo dar la guerra entre dos potencias culturalmente cercanas y con una frontera compartida, pero con percepciones de incertidumbre y de amenaza a los intereses (Ucrania-Rusia), es totalmente probable que, por las mismas percepciones, se pueda dar un conflicto entre Estados Unidos y México, potencias mundial y regional respectivamente, pero culturalmente diferentes.

 

De este modo, la Tercera Guerra Mundial no es solo un aforismo pretencioso o alarmista. Es reconocer la gravedad del problema, pues el primer paso para pensar en la guerra es identificar que, en efecto, nos encontramos en semejante situación. Por la presencia de las armas nucleares es difícil pensar que la actual guerra mundial se dará de forma similar que la Segunda Guerra Mundial. Pero, por el grado de destrucción material, por el alto costo de vidas humanas, por el carácter estructural y sistémico de los conflictos, y por la participación de las potencias, parece que la política –como sentenció Clausewitz– ha dado paso, lamentable y nuevamente, a la guerra.

autor

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Eduardo Tzili Apango

Profesor-investigador de tiempo completo y jefe del Área de Política Internacional en el Departamento de Política y Cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) unidad Xochimilco. Integrante del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SNII-SECIHTI) en nivel 1. Coordinador de la Unidad de Estudio y Reflexión sobre China en el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI). Doctor en Ciencias Políticas y Sociales con especialidad en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México. Maestro en Estudios de Asia y África con especialidad en China por El Colegio de México. Licenciado en Relaciones Internacionales por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Áreas de interés profesional: bienes públicos globales, relaciones internacionales de China, el sistema político chino, la Iniciativa de la Franja y la Ruta, geopolítica, relaciones China-América Latina, y teoría de Relaciones Internacionales. Cuenta con más de 60 publicaciones entre artículos, capítulos de libro, libros y reseñas, sobre sus temas de interés profesional.

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