<< Y el diluvio los sorprendió siendo opresores>>
A dos años de la operación Diluvio de al-Aqsa ejecutado por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas, por sus siglas en árabe) y la consecuente respuesta por parte del régimen israelí a modo de “guerra total” contra tal movimiento, observamos una afectación a la infraestructura civil del territorio de la Franja de Gaza (a la que tenía bloqueada por cielo, mar y tierra desde 2007), a la población desarmada y los mandos políticos y militares encargados de la autoridad en el enclave palestino. No obstante, al mismo tiempo, atestiguamos un levantamiento (intifada) global que reconoció a Palestina y su causa como agenda pendiente del orden de la segunda posguerra y que ahora se sitúa como un elemento sintomático del proceso de transición hegemónica. Al momento de este escrito se negocia un cese al fuego y el inicio de las discusiones para alcanzar una tregua y, en lo posible, una paz con alcances regionales. Mientras que la moneda sigue en el aire, podemos elaborar un balance sucinto de lo que ha sido.
En las primeras declaraciones después de la intención de romper el bloqueo por parte de Hamas, el primer ministro del régimen israelí, Benjamí Mileikowsky (mejor conocido como Benjamín Netanyahu), habló de una “guerra” de carácter existencial y pidió a la población atenerse a las instrucciones oficiales de las autoridades y movilizó reservas militares masivas. A partir de estos momentos, las máximas autoridades del régimen israelí concentró sus energías en lanzar ataques aéreos de forma indiscriminada señalando un ataque contra Hamas y sus partidarios, al mismo tiempo, ejecutaba discursos incendiarios utilizando lenguaje con simbología religiosa y pidiendo el apoyo del occidente colectivo como entidad civilizada y una condena contra lo que comenzó a calificar como “enemigos” y “bárbaros”, una guerra lingüística donde la palabra se convirtió en un terreno de disputa que sería ampliada por los medios de comunicación masivas a través del ya conocido sistema de hasbará (explicación, en hebreo moderno) en el que busca aplicar el método orwelliano de la neolengua, aquella estratagema política con el objetivo de limitar el pensamiento y el control de la información, simplificando drásticamente el vocabulario y la gramática para erradicar conceptos opositores y hacer imposible el pensamiento crítico y real, basado en la eliminación o sustitución de palabras (eufemismos) o la creación de términos que confunden o pervierten el lenguaje, como se expuso en la novela 1984.
Desde el inicio de la respuesta, el régimen israelí señaló tres principales objetivos: 1) retorno de los rehenes; 2) eliminación de Hamas; 3) que Gaza no represente una amenaza. Sin embargo, tras dos años de iniciado los ataques ninguna de las tres ha sido cumplida y, más bien, ha demostrado tener todos los vicios que implican tácita y explícitamente un: genocidio, el mayor y el primero del siglo XXI, caracterizado por su amplia publicidad y recepción en el mundo, siendo posible verlo en tiempo real 24/7.
Mediante una campaña aérea y operaciones terrestres en Gaza, el régimen israelí provocó el colapso de todos los servicios humanitarios y provocó grandes desplazamientos humanos de una ciudad a otra. Se volvía a poner de manifiesto la violación al Derecho Internaciona Humanitario (DIH), ius in bello según la normativa legal internacional que regula la conducta y los límites humanitarios de los beligerantes durante un conflicto armado, sin importar lo justo o injusto de la guerra (ius ad bellum, las condiciones y las justificaciones que se utilizan para recurrir a la fuerza armada).
Al mes, Hamas realiza liberaciones parciales de las personas que había tomado cautivas como mecanismo para obligar al régimen israelí a la devolución de los prisioneros palestinos que, según la BBC a principios de 2025, sumaban 10, 200 presos en las cárceles israelíes según la información que proporciona el ministerio palestino de Asuntos de Detenidos y Exdetenidos, en los que un tercio no ha pasado por algún juicio y todos han estado sometidos a tribunales militares israelí, sin dejar de señalar las torturas y los abusos a los que son sometidos. Se efectúa una tregua con límites y el inicio de un intercambio de prisioneros por cautivos y la posibilidad de la entrada de ayuda humanitaria fragmentada y controlada.
Luego de los ataques aéreos y los bombardeos en las principales escuelas, hospitales y campamentos de refugiados, se despliega una amplia ofensiva terrestre, que incrementa el número de víctimas y desplazamientos masivos forzados, la comunidad internacional exige el acceso de ayuda humanitaria y se multiplican las resoluciones y llamamientos por parte de los principales organismos internacionales gubernamentales (OIGs) y no gubernamentales (ONGs).
En medio del ataque a civiles -señalando que estaban siendo utilizados como “escudos humanos” por parte de Hamas, según los reportes de prensa gubernamental oficial del régimen israelí- se estructuró una ejecución orientada a la cúpula de mando, integradas en las Brigadas al-Qasam, con misiles guiados y apoyados de las herramientas de tecnología de inteligencia artificial y los servicios de información proporcionados por Empresas Trasnacionales (ETNs) de propiedad estadounidense e israelí.
Del 19 de enero al 18 de marzo de 2025 (esta última fecha coincidiendo con el mes más sagrado para los musulmanes Ramadán) se estableció y entró en vigor una primera fase de cese al fuego, con mediación internacional, el cual contempló un cese a las hostilidades de 6 semanas, la entrega escalonada de los cautivos en manos de Hamas y la liberación de cientos de detenidos y torturado en las prisiones israelíes, en diferentes tandas. Durante este cese, el régimen israelí mantuvo disparos y ataques y los decesos no conocieron pausa ni fin, lo que condujo a una total ruptura del cese al fuego por parte del régimen israelí que, además, enfrentaba divisiones internas en su gobierno debido a las presiones de dos ministros de su coalición que buscaban la total ocupación de la Franja de Gaza.
Aunque la principal carta a nivel internacional para el avance terrestre, los bombardeos y el mantenimiento de la ofensiva por parte del régimen israelí ha sido la devolución de los cautivos, poco se ha discutido entre las negociaciones, en un esfuerzo por ganar tiempo y consolidar la ocupación total y la expulsión completa de los palestinos.
Poco antes de cumplirse dos años de la operación, el presidente de Estados Unidos estableció un plazo para la entrada en vigor de lo que llamó un Plan de Paz, mismo que comenzó a ser negociado apenas un día antes del segundo aniversario. Hasta ese momento, el proyecto Costs of War (Brown University) reportaba 67, 075 decesos y 169, 430 heridos, un total de 236, 505 víctimas directas entre la población palestina gazatí. Mientras que de parte del régimen israelí se contabilizaron alrededor de 1, 665 decesos entre militares y colonos (civiles armados). La asimetría en la proporción de las víctimas es notable, como siempre ha ocurrido tomando en cuenta las agresiones israelíes contra Gaza en 2008-2009, 2012, 2014, 2021 y 2022.
Según reportes de The Guardian, se estima que más del 90 % de la población de Gaza fue desplazada o, al menos, afectada por el conflicto a gran escala. Cerca del 70 % de los edificios fueron dañados o destruidos en su totalidad. 191, 263 edificios fueron condenados como dañados o destruidos en estudios de monitoreo SAR.
Los servicios básicos (salud, educación, agua, saneamiento) presentan colapso total o deterioro extremo; todos los hospitales están fuera de servicio, las escuelas dañadas y existen limitaciones severas para el acceso al agua y la electricidad. Según reportes sobre seguridad alimentaria se señala que aproximadamente 55, 000 niños menores de 5 años están gravemente malnutridos.
Al mismo tiempo, desde el 7 de octubre de 2023, en Cisjordania (la otra parte de Palestina) también ha conocido episodios de violencia militar israelí contra los habitantes, además de detenciones masivas y desplazamientos locales. Para septiembre de 2024 más de 4, 450 palestinos habían sido desplazados derivado de estas acciones hostiles y se produjeron más de 16, 000 detenciones.
Los informes del Banco Mundial y los organismos de desarrollo señalan que el impacto del genocidio en Gaza ha superado todas las crisis económicas previas en los territorios palestinos en las últimas dos décadas, incluyendo la Segunda Intifada, las divisiones internas y la Pandemia. Si de por sí estaba bloqueada, la actividad económica en la Franja se desplomó: tras la agresión desmedida el empleo cayó aproximadamente un 61 % entre octubre y noviembre de 2023 y en Cisjordania alrededor del 24 %. Ya para marzo de 2025, los informes presentaban una pérdida de capital humano y un costo altísimo para los servicios de salud, derivados de las pérdidas de vida. Estas cifras proyectan un retroceso en el desarrollo humano que podría equivaler de 11 a 16 años de progreso perdido. El total de las familias dependen totalmente de la ayuda humanitaria, misma que ha sido mediada por una empresa israelo-estadounidense que se ha visto comprometida ante la obstrucción de la entrega y el asesinato de personas al intentar acceder a ella.
Para el régimen israelí el impacto económico también ha sido considerable a pesar de los 21, 700 millones de dólares en ayuda militar proporcionada por Estados Unidos (sin dejar de señalar las inversiones de entre 9, 650 y 12, 070 millones de dólares en operaciones militares extras en apoyo para contrarrestar los ataques regionales de los países que actuaban en solidaridad con Palestina). Se ha reportado una caída dramática del PIB en el cuatro trimestre de 2023, con una contracción anualizada de 21 %, por la caída en consumo, exportaciones e inversión. En 2024 se registró un crecimiento de apenas el 0.7 % frente a tasas habituales del 3 % o más. Los costos bélicos acumulados son altos ya que se habría gastado cerca de 43 mil millones de dólares en efectuar la guerra (subsidiado por Estados Unidos y sus contribuyentes, como ya se señaló). El déficit presupuestario israelí se ha expandido en una estimación del 8.5 % del PIB y un aumento en la deuda pública significativo. A pesar de esto, el sector financiero del régimen mantienen acceso a los mercados de deuda y tanto su moneda como su bolsa no han visto un colapso significativo, debido a que no se ha establecido un sistema de sanciones, embargos o limitaciones en su economía, lo que ha garantizado una subsistencia de la economía de guerra o como lo calificó la relatora especial de la ONU, Francesca Albanese, “economía del genocidio”. Fabricantes de armas y tecnológicos no han conocido límites morales frente al costo-beneficio que les reditúa un comprador como este, destacan en este rubro: Lockheed Martin, Alphabet, IBM, Microsoft y Amazon, Caterpillar, Hyundai y Volvo; e instituciones financieras y bancos como BNP Paribas y Barclays.
Socialmente, al interior de la Palestina histórica ocupada bajo la nomenclatura de “Estado de Israel”, se han incrementado los sistemas de alerta, los esquemas de seguridad, el aumento del temor por parte de la sociedad colona, polarización política y presión sobre las autoridades que reclaman protección y respuesta por su situación vulnerable en tierra ajena.
Esta situación de genocidio -reconocido por la ONU en septiembre de 2025 y la CPI desde noviembre de 2024, que incluso giró órdenes de aprehensión para Benjamin Netanyahu y su inicial ministro encargado del ataque, Yoav Gallant- ha reforzado las alianzas regionales llevando a una amplia exposición del conflicto y generando presiones internacionales por una resolución política. En este escenario, vimos la actuación independiente de los miembros del eje de la resistencia regional: desde la participación de Hezbollah (en Líbano), Ansar-Allah (en Yemen), los grupos sirios hasta la caída del presidente Bashar al-Assad el 8 de diciembre de 2024 (en la que posteriormente avanzó por los Altos del Golán hasta ocupar la región de Quneitra y atacar las sedes del gobierno interino) y el ataque contra la República Islámica de Irán, en coparticipación con Estados Unidos, hasta el atentado contra el cuerpo negociador de Hamas en Doha, Qatar.
El desafío legal no sólo ha sido contra los estados, los grupos de resistencia, las OIGs, y las ONGs sino que alcanzó a la población civil que intentaba solidarizarse en humanidad con los palestinos de Gaza: el apoyo diplomático y gubernamental de los países aliados para reprimir la protesta social en los países de Europa y Estados Unidos, en los que se dieron episodios de censura, golpes, maltratos y despidos injustificados por el hecho de levantar la voz por Palestina, usar una Kufiyya o señalar que sionismo es igual a racismo, opresión e islamofobia. Además, la detención y la tortura, por no hablar del señalamiento de “terroristas” a los desarmados de las flotillas de la Libertad, la Global Sumud y la Libertad II.
A dos años del inicio de la muestra abierta de genocidio (no se debe dejar pasar por alto que de manera abierta y sigilosa, permitida y subrepticia, unilateral o bajo complicidad, este fenómeno inició en 1948 -por colocar la fecha en el que se materializó el proceso colonial del sionismo político- en el que comenzó el proceso de limpieza étnica, despojo territorial y colonización) el balance material es devastador para Palestina, concretamente para Gaza, pero con un halo moral que la vuelve a colocar en el centro de la mirada pública internacional y en el debate prioritario del mundo árabe-musulman; en el plano simbólico, al-Aqsa ha sido utilizada como una consigna de legitimidad, movilización popular y de fe e identidad. En tanto que para el régimen israelí ha supuesto un alto costo político interno y externo, le ha valido dar a conocer sus planteamientos fundacionales y le ha arrebatado el monopolio de la victimización perpetua. Sin embargo, la historia se sigue contando pues no hay un plan de paz total, no hay un planteamiento de “solución de 2 estados” -a pesar del amplio reconocimiento como Estado para Palestina por parte de gran cantidad de estados miembros de la ONU y el rechazo del régimen israelí al advertir que “no habrá un Estado palestino”- y ni siquiera se advierte la posibilidad de un desmantelamiento del “Estado de Israel”, una des-sionización (del calado de la desnazificación en la Alemania post-IIGM) o el establecimiento de un Estado Palestino multiétnico, plurireligioso, abierto y democrático.

Maestro en Relaciones Internacionales, miembro del Centro de Estudios Islámicos, Árabes y Persas “Dr. Osvaldo Machado Mouret”, del Centro Académico de Relaciones Internacionales Espacio Global y del Observatorio de Estudios del Islam en América Latina.
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