Nearshoring y China+one: Retos y oportunidades en el comercio internacional
Desde la concepción comercial que tenemos del mundo global, la internacionalización de los negocios se llevó a cabo por medio del modelo offshoring, pues por su naturaleza, los países destino de los grandes flujos de inversión extranjera directa, fueron capaces de ofrecer atractivas condiciones para el establecimiento y desarrollo de nuevos negocios.
Con el desarrollo de las cadenas mundiales de valor (en adelante CMV) a principios de los años 90s, las expectativas al respecto del comercio internacional en relación con las posibilidades de crecimiento de las economías, principalmente las de países en vías de desarrollo, fueron muy altas. Tres décadas más tarde, el Banco Mundial, en su Informe sobre el Desarrollo Mundial 2020: El Comercio al Servicio del Desarrollo en la Era de las Cadenas de Valor Mundiales, concluye que estas CMV representan casi el 50% del comercio internacional, promueven el crecimiento, reducen la pobreza e incluso generan mejores puestos de trabajo.
Economías como las de Corea, Singapur y Taiwán fueron de las primeras en poner en práctica el nuevo modelo, seguidos de China e India, pero éstos últimos bajo otras modalidades sociopolíticas y condiciones históricas.[1] No obstante, el papel de China ha destacado en los procesos de las CMV, especialmente en productos intermedios como textiles y ropa, mobiliario y artículos de oficina llevándose entre el 40% y el 60% del comercio mundial, entre otras razones porque estos tipo de mercancías tienen actualmente una demanda mayor de la que tuvieron en el pasado.[2]
China no es la misma hoy que hace 3 décadas. Su posición comercial en el mundo no hubiera sido posible, entre otras razones, sin la enorme oferta de mano de obra. En 1990 de mil millones 433 mil habitantes, pasó a mil millones 338 mil habitantes en 2010 y mil millones 411 mil habitantes para 2020 . Estas cifras del Banco Mundial nos indican que la velocidad del crecimiento poblacional se ha reducido, a pesar de que en 2015 se dió por finalizada la política de un sólo hijo.
Para ver con mayor claridad cómo ha afectado la situación demográfica china al comercio internacional, veamos las siguientes gráficas:
Cómo se puede observar, la población rural ha decrecido en tanto que la urbana ha aumentado, incluso al punto de llegar a revertirse. Además, la población mayor a 64 años de edad va en aumento mientras que la de 15-64 años de edad que es aquella económicamente activa tiene una clara tendencia a decrecer, y hasta el momento no hay indicios que indiquen lo contrario. Estos cambios demográficos son en parte, la razón por la que la oferta de mano barata en China ha ido disminuyendo y en consecuencia, el costo de esta tiende a aumentar.
Para que la rentabilidad empresarial aumente, se requiere que el costo de los sueldos y salarios al menos se mantenga o crezca en menor medida, pero si la población rural decrece mientras el sector manufacturero -que es el sector de mayor productividad- demanda mano de obra que por su naturaleza es más cara que la rural, entonces la rentabilidad tiene que disminuir. “Se espera que para el año 2030, el 35% de la población china pertenezca a la clase media”[3], y aunque estamos apenas en 2024, la población de clase media china ya es relevante para el comercio internacional ya que es un gran consumidor mundial.
Una de las principales motivaciones para que las grandes corporaciones invirtieran y trasladaran parte de sus procesos de manufactura a tierras chinas, fue justamente el bajo costo de la mano de obra, y dado que esta ventaja se está viendo limitada, las mismas empresas han buscado opciones que no mermen su rentabilidades esperadas. Así surgieron la llamada estrategia China +Uno (China Plus1 strategy) y el Nearshoring.
Si bien, con la pandemia del COVID-19, la economía china tuvo sus estragos. Caídas en los precios de acciones de empresas chinas fue la primer señal de alarma interna para el Gobierno, sin embargo, en 2018 comenzó lo que algunos llaman una guerra comercial con Estados Unidos, originada por la política America First del entonces Presidente Donald Trump, siendo la guerra comercial el factor principal que abrió paso a la incertidumbre del comercio internacional a su vez que se produjo una merma en el crecimiento económico mundial, y no menos importante, comenzó la posibilidad de relocalización de empresas chinas y estadounidenses para librar los altos costos de las barreras arancelarias entre ambas potencias.
La relocalización de empresas chinas en particular es la base de la llamada estrategia China+Uno, y es dónde el Gobierno y/o empresarios chinos determinan en qué país será más rentable la relocalización de una u otra.
Países y empresas occidentales están dispuestos a no seguir dependiendo de China, no sólo por el riesgo intrínseco a la dependencia misma, si no porque como ya se mencionó, la oferta de mano de obra está dejando de ser la más económica, pero China cuenta con gran experiencia y solidez en cuanto a cadenas de suministro, así como con una infraestructura que le ha permitido cumplir con sus compromisos comerciales hasta el momento.
En este sentido, en China se han analizado las diferentes opciones de relocalización, no sólo en lo relacionado con el costo de mano de obra, sino en la experiencia o auge de un sector ya sea en una región o en un país determinado. De ahí, que los países del sudeste asiático sean el foco principal: Vietnam, Indonesia, India y Myanmar. Otro tema de análisis es la infraestructura, así como niveles de corrupción que lleven consigo problemas de confiabilidad para los negocios. Indonesia por su parte, es considerado riesgoso por desastres naturales en tanto que Tailandia muestra inestabilidad social. Por líneas de producción, podemos mencionar a Bangladesh en el ramo textil y Malasia por la electrónica[4].
México es un candidato geográficamente privilegiado por su cercanía y por su relación comercial con EE.UU., pero para la inversión extranjera no es suficiente. Hay quienes tienen serías dudas sobre si México cuenta o no con la infraestructura necesaria para los requerimientos de grandes líneas de producción. Actualmente, la conectividad en los negocios es indiscutible, y si bien es cierto, nuestro país cuenta con una importante red de fibra óptica a lo largo del territorio, ésta es insuficiente para garantizar las necesidades.
Además de la infraestructura tecnológica mínima como el alcance de fibra óptica, existen otros factores que el Gobierno mexicano de la siguiente administración, debe tomar en cuenta para que México sea tomado en serio como destino de la relocalización de líneas de producción: garantizar el abasto de energía eléctrica, pues en las últimas semanas, hemos experimentado apagones en diversas regiones del país que para los procesos de producción de muchas empresas han representado una afectación económica importante; acceso al agua potable la cual en muchas regiones es cada vez más escasa, y por último, y en caso de que se aprobara el Proyecto de ley para reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas a la semana, esto repercutiría en el costo de la mano de obra para las empresas manufactureras.
Claro que los anteriores puntos no son sólo retos para México. Podemos hablar del campo de oportunidades que esto conlleva para América Latina en general, pero el énfasis en México es, como ya se mencionó, por las ventajas que le ofrecen su proximidad geográfica y comercial con EE.U.
[1] Ibid. Dabat. (2015). Vista de Capitalismo actual, crisis y cambio geopolítico global. Unam.mx. http://revistaeconomia.unam.mx/index.php/ecu/article/view/49/48
[2] Cfr. García, A. (2023, September). CIDOB – Reconfiguración de las cadenas globales de valor: rivalidad Estados Unidos-China y rol de la UE. CIDOB. https://www.cidob.org/articulos/revista_cidob_d_afers_internacionals/134/reconfiguracion_de_las_cadenas_globales_de_valor_rivalidad_estados_unidos_china_y_rol_de_la_ue
[3] Cfr. The Economist Intelligence Unit. (n.d.). The Chinese consumer in 2030. Eiu.com. Retrieved May 24, 2024, from https://www.eiu.com/public/topical_report.aspx?campaignid=Chineseconsumer2030
[4] Comercio entre Malasia (MYS) y Bangladesh (BGD). (s. f.). Observatorio de Complejidad Económica. Recuperado 27 de mayo de 2024, de https://oec.world/es/profile/bilateral-country/mys/partner/bgd
Sandra davila Damas
Licenciada en Relaciones Internacionales (UNAM), también cuenta con una maestría en Finanzas (UNAM). Sus temas de investigación han sido en torno a Rusia y su política exterior, y actualmente se centra en el análisis de la tecnología aplicada al campo de las Finanzas Internacionales