Por: Eduardo Tzili-Apango
La visita de Pelosi a Taiwán dio inicio a lo que ya se considera como la Cuarta crisis en el estrecho de Taiwán, en la que las tensiones sino-estadounidenses han encontrado eco en la difícil y compleja relación entre Beijing y Taipéi. Cabe recordar que casi al momento de la visita se anunciaron los ejercicios militares que el Ejército Popular de Liberación de la República Popular China llevó a cabo en agosto. Esto en parte obedece a la respuesta china dada a raíz de la visita, y en parte también podría deberse a los preparativos para el XX congreso del Partido Comunista de China, programado para el 16 de octubre. De manera más reciente, el ministro taiwanés de defensa, Chiu Kuo-cheng, advirtió que China ha destruido el acuerdo tácito que había en ambos lados del estrecho debido a que los movimientos militares chinos han cruzado una “línea media” –un espacio no reconocido por Beijing, aunque que sí ha respetado, a 40 kilómetros de aguas taiwanesas. Las tensiones parecen exacerbarse cada vez más.
Pero, ¿por qué Taiwán es tan importante para China? Precisamente algo que se debatió en el seminario web denominado “China: Geopolítica y aspectos estratégicos en Asia Oriental contemporánea”, organizado por Espacio Global el pasado 20 de mayo de 2022, es que la República Popular China busca consolidar el concepto de la “Gran China”, el cual integra a los territorios históricamente vinculados a las dinastías chinas, como Hong Kong, Macao, Taiwán, e incluso Mongolia.
De esta forma, y como se puede leer en la obra La gobernanza y administración de China en su tomo III de Xi Jinping (publicada en 2020), la “plena reunificación de China es esencial para lograr el rejuvenecimiento nacional”, refiriéndose con este último concepto a la adaptación china a los nuevos tiempos, pero manteniendo su esencia nacional intacta. En cuanto al estrecho de Taiwán, la reunificación de China parte de respetar el principio geopolítico de “una sola China”, y de promover el desarrollo pacífico de los vínculos. Para Xi Jinping, la sola idea de la “independencia de Taiwán” va en contra de la tendencia de la historia, mientras que la reunificación china es el reflejo de la tendencia histórica hacia una senda “correcta”.
Lo anterior es sintomático de la configuración de un particular imaginario geopolítico entre académicos y tomadores de decisiones en China, lo cual buscan popularizar entre la sociedad vía medios de comunicación masiva. Para Beijing, el Estado chino se encuentra incompleto, producto del “siglo de la humillación” (entre 1839 con el inicio de la Primera guerra del opio, hasta la fundación de la República Popular en 1949), en el que las grandes potencias “arrancaron” pedazos de territorio cultural, histórica y geopolíticamente significativo para China. Es por esto que una de las primeras tareas que el gobierno del Partido Comunista Chino realizó, a la postre de la fundación de la “nueva China” fue el aseguramiento del control de sus fronteras, vía la resolución de varios problemas limítrofes, además del posicionamiento de fuerzas militares en territorios como Xinjiang (1949) o Tíbet (1951).
El caso de Mongolia es particular por el acercamiento de los agentes sociales mongoles, primero, a la Rusia zarista, y después a la Unión Soviética. Probablemente con una renuente aceptación implicada en el compromiso ideológico del “alineamiento a un solo lado”, la República Popular China aceptó un Estado mongol independiente, el cual fungió como “Estado-tapón” de la Unión Soviética, ello a pesar de las protestas de la China nacionalista en Taiwán.
Pero, para el caso de la isla de Taiwán, y en parte por la decisión estratégica de Beijing de participar en la guerra de Corea (1950-1953) para evitar tener Estados del bloque capitalista en sus fronteras, el espacio suroriental chino quedó abierto a la agresión. En otras palabras, la inclusión de Taiwán a la política de contención al comunismo, en la época de la Guerra Fría, dificultó sobremanera el control directo de Beijing de este territorio, lo que supone una debilidad geopolítica. Los históricos ejercicios militares de 1954 y 1958 –que se tradujeron en las primeras dos crisis en el estrecho– tuvieron el objetivo de evaluar hasta qué punto sería posible reintegrar a la isla por la fuerza.
Cuando se dio la (re)incorporación de Hong Kong y Macao al territorio de la República Popular China, Taiwán pasó a ser el último gran espacio ausente de control para considerar a China como un Estado “completo”, o un país con una soberanía “completa”. Por lo anterior, el principio de “una sola China” es geopolítico en la medida en que no solo atañe a una aspiración de consolidar la “Gran China”, sino porque involucra también la necesidad de controlar el ultimo espacio susceptible de ser fuente de agresión al país asiático, como ha pasado en la historia. En consecuencia, la reunificación pacífica de China es parte integral del proceso de rejuvenecimiento nacional, por lo que es previsible la continuación de la política que busca evitar la independencia de Taiwán.
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